Te apuesto que a veces que te has sentido protegido cuando te encomiendas a las ánimas, y también cuando lo haces con tus seres queridos, ya que en Latinoamérica, siempre ha sido una tradición. La verdad, es que deberías pensarlo dos veces antes de hacerlo, y ya sabrás por qué.
Nuestra amiga Luisa nos contó que hace unos años enfrentaba la pérdida de una prima. Habían crecido juntas y vivido muchas historias, por eso su tristeza era inmensa y se pasaba viendo álbumes de fotos de paseos y reuniones familiares. La pasaban realmente bien.
Cierta noche, Luisa y su prima salieron a un plan de chicas. Hace varios días no conversaban y tenían mucho para contarse. Luisa estaba emocionada y tenía una gran sonrisa, pero le duró hasta que llegó su prima: Su aspecto no era el mejor, estaba demacrada y de pocos alientos. Su voz era temblorosa pero le alegraba mucho estar con Luisa.
Se pusieron al día y pasó un rato… Luisa no aguantó más y se atrevió a preguntarle de su aspecto, que no le traía buena espina, pues creía que su trabajo la estaba absorbiendo y consumía su vida; pero la respuesta de su prima la estremeció y le pareció increíble.
Su situación actual se debía a un momento difícil que enfrentaba: Tenía problemas de salud que amenazaban su vida. Debía acceder a un tratamiento costoso y recién perdía su trabajo. No sabía qué hacer.
En ese momento, Luisa recordó un viejo consejo de una mujer santera, pero se debía hacer como último recurso. Ella, al ver a su prima así, le indicó lo que tenía que hacer, pero eso sí, debía prometer algo y cumplirlo al pie de la letra.
Llegó la noche y Luisa y su prima se despidieron. Su encuentro fue corto, porque el estado de ánimo no se prestó para más. Acordaron hablar pronto para confirmar el plan que le propuso y alentarla.
Pasaron unos días y Luisa estaba dormida en su casa, pero algo le interrumpió el sueño: Despertó y vió una mujer de cabello largo y un vestido blanco. Luisa prendió la luz inmediatamente pero no había nadie. Así que volvió a dormir.
Al otro día, Luisa recibió una llamada de su prima. Ella le contó que siguió su consejo y se sentía mucho mejor.
Los meses siguientes fueron buenos para la prima de Luisa. Arregló sus problemas, ascendía en su trabajo, gozaba buena salud y accedió al costoso tratamiento. Las penas del pasado habían sido olvidadas. Luisa lo notaba también.
Luisa y su prima se encontraron de nuevo y disfrutaron un rato. Su semblante era muy distinto, sin embargo, al despedirse, Luisa notó algo muy inquietante: Su prima se marchó y la seguía una mujer de cabello largo y vestido blanco. Era la misma mujer que vió noches atrás en su habitación.
Esa fue la última vez que ellas se verían… Esa misma noche, la prima de Luisa murió.
Luisa no entendía qué pasaba y recordó el consejo dado por la santera: “Este es el último recurso que debes tomar”.
El ánima sola es un alma en pena, condenada a la soledad hasta el fin de los tiempos. Ella intercede para que obtengas beneficios a cambio de ofrendas, pero si no cumples, espera su venganza.
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