¿Cómo te sientes después de una temporada de arduo trabajo? ¿Sientes que nunca vas a terminar, pero sabes que debes seguir y culminar tus labores? Así estaba un amigo, Carlos. Tuvo un tiempo de trabajo duro y estaba muy agotado, pero por fin llegó el tiempo de vacaciones. Durante varios días Carlos lo esperaba y merecía unos días de descanso, después de un tiempo de trabajo duro que lo tenía realmente agotado.
Para empezar sus vacaciones, planeó una salida relajante en bicicleta con su novia. Estarían en un hotel campestre rodeados de naturaleza, lo que le permitía a Carlos despejar su mente, recargar baterías para enfrentar nuevos retos y llevar a cabo planes para su futuro.
Carlos y su novia partieron a su paseo. El hotel estaba lejos de la ciudad, y les esperaba un trayecto de unas cuantas horas. Esto no importaba, pues su plan era cambiar la rutina, disfrutar el paisaje y estar un par de días rodeados de prados verdes y un clima perfecto. Nada dañaría sus planes.
Llegaron a la zona, pero se encontraron con una sorpresa que no estaba trazada: había un cruce de caminos y no sabían adonde debían seguir para llegar. Carlos y su novia estaban cansados, pero ya tenían deseos de llegar al hotel para descansar.
Estaban decidiendo el camino, cuando de repente, apareció a lo lejos un hombre, al que decidieron preguntarle el camino por el que debían seguir para llegar al hotel. Él abrió los ojos y se quedó mirándolos fijamente… Carlos y su novia se sintieron incómodos, pero el hombre les indicó: “Mejor para ustedes que vayan por la derecha, es tarde y mejor no vayan por el otro camino”. Esto que les dijo aquel hombre inquietó a la pareja y les causó desconfianza, así que fueron por el camino contrario al que les recomendó.
Qué gran error.
Avanzaron un poco. Ya era de noche y sentían la fatiga del recorrido en bicicleta. El camino estaba oscuro. Adonde miraran no encontraban luz. Nada más alcanzaban a ver la sombra de los árboles a lado y lado del camino.
Debatieron entre continuar o devolverse. No lograban llegar a un acuerdo, pero estaban tranquilos, hasta que… Vieron a lo lejos una gran sombra que pasó frente a ellos. Escucharon pasos de un caballo. Esperaron un poco… Sin decir nada y sin mover un dedo, la sombra desapareció a lo lejos.
Estaban muy asustados y apuraron el paso. Llevaban un buen rato por ese camino y ya empezaban a ver una pequeña luz. Seguro era el hotel, y pensaron que no tardarían mucho en llegar.
Pero la alegría que tenía la pareja se desvaneció. De nuevo escucharon los pasos del caballo que apresuraba el paso hacia ellos. Carlos volteó la cabeza y solo vió una sombra que cada vez se imponía más en el camino. Su novia le dijo: “Rápido, deja todo y escondámonos”. Él le hizo caso y se metieron entre unos arbustos.
Apenas alcanzaron a esconderse, cuando la sombra llegó al lugar del camino donde estaban. Cubría el camino a lo ancho. Escuchaban cómo el caballo daba vueltas y paró. Quien lo montaba se puso a mirar hacía los árboles, era difícil ver su cara, pero Carlos alcanzó a ver sus enormes colmillos.
Aquel ser los alcanzó a ver y empezó a acercarse lentamente hacia el escondite de Carlos. El corazón de ambos se aceleró, y Carlos se preparaba para salir corriendo. Reunía fuerzas, y de pronto, el ser terrorífico paró, alzó la mirada y se fue rápidamente hacia el lugar de donde venía.
Hasta que no se aseguraron que podían salir, Carlos y su novia recogieron sus cosas para seguir su camino.
No se sabían si tenían suerte, pero aquella sombra se alejó sin más. Aprovecharon y apresuraron su camino al hotel. Llegaron rápido. Asustados, contaron lo que recién les sucedió, pero nadie les creyó su historia.
Pasaron la noche en la habitación sin poder dormir. Tenían la imagen de la gran sombra y esos enormes colmillos, listos para atacar.
Al siguiente día, Carlos y su novia decidieron aprovechar la luz del día para investigar un poco. Era más fácil y la cantidad de gente que transitaba el camino les daba seguridad y podían estar acompañados por personas que conocieran el lugar.
A unos metros de la finca, vieron a un grupo de gente reunido. No parecía nada bueno, había alteración y las caras que veían mostraban la seriedad del asunto. Era algo serio. Cuando se acercaron, se encontraron con algo que los dejó sin aliento: un animal con marcas de colmillos en el cuello, y ni una gota de sangre tenía en su cuerpo. Se la habían sacado la noche anterior…
Ahí comprendieron que tuvieron toda la suerte del mundo.
El muelón, es un ser alto, con grandes dientes, que persigue caminantes para chuparles la sangre hasta matarlos. Lo mejor es huir y no voltear mientras lo haces.
Carlos nos contó esta historia, y hoy te la contamos a ti.