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La Bruja

    The Witch in the Farm

    Esta es una historia real, que tiene como protagonista a nuestro amigo David.

    David es un hombre hábil con sus manos. Siempre ha sido muy recursivo y le ha gustado el trabajo manual en el que debe emplear su imaginación para hacer cosas. Lo que te contaré a continuación es lo que pasó en uno de sus trabajos.

    Él fue a trabajar en una granja. Construía un corral, que debía ser muy grande y con un material especial, por lo tanto él se quedó por varios días. Por ello, habían destinado una pequeña casa para los trabajadores.

    Pasaron los días. Como era de esperar, había contratiempos que retrasaban el trabajo de David. Su ayudante no llegaba o a veces no trabajaba al ritmo necesario, lo que lo obligaba a permanecer más tiempo. Sin embargo, él continuaba trabajando y esperaba ayuda.

    Una noche en que David estaba terminando su día de trabajo, que estuvo algo pesado, llegó a la cama pensando que lo único que quería era descansar y se acostó. Cuando cerró los ojos, sintió cómo lanzaban pequeñas piedras que golpeaban contra las ventanas.

    Él creyó que lo estaban llamando, por lo tanto salió apresurado para saber de qué se trataba. Revisó por todos los lados de la casa, dio la vuelta y no encontró a nadie, entonces, enojado volvió a entrar para acostarse. Al día siguiente, David preguntó si alguien había ido la noche anterior, pero todos le respondieron que no, extrañados, porque nadie había salido por ese lugar.

    Ese día, llegó Pedro, un amigo que David había contactado para ayudarle. Ya conocían su forma de trabajar y estaban seguros que podrían avanzar más rápido y así fue. En pocos días ya podían ver el resultado de su trabajo.

    Ellos compartían la casa y siempre conversaban en la noche, contaban chistes y recordaban historias, hasta quedar dormidos.

     

    Una de esas noches, ya entrando en sueño, de repente sintieron el sonido de las piedras chocando en la ventana. Los dos se levantaron de sus camas sin salir de la casa, esperando en silencio, cuando escucharon piedras que caían al techo y esta vez, eran más grandes. El ruido los asustó un poco, pero se miraban y se hacían señas hasta que sintieron algo que se posó en el techo y caminaba lentamente. David y Pedro salieron de la casa y no vieron nada sobre el techo.

    Al día siguiente hablaron de lo que pasó. Llegaron a la conclusión de que lo mejor era terminar el trabajo cuanto antes y salir de aquella granja. Dormían poco, pues ya casi terminarían su trabajo.

    Esa misma noche, continuando con su ritual nocturno de charla, fue de nuevo interrumpido por las piedras… Pero en esta ocasión, se sentían como golpes en la puerta. Ellos, en silencio, esperaban que terminara pronto y cesara el sonido, fuera lo que fuera. Pero esta vez no fue así, ya que comenzaron a sentir cómo las piedras caían dentro de la casa y sobre sus camas.

    Al sentir esto se pararon de las camas, encendieron la luz y revisaron que las ventanas y la puerta estuvieran bien cerradas. No había forma de que alguien más estuviera en la casa sin ellos darse cuenta, entonces volvieron a acostarse, bastante intranquilos…

    A la mañana siguiente, David despertó. Se sentía muy cansado, como si no hubiese parado de trabajar y además tenía la boca reseca. Vio a Pedro y notó cómo éste lo miraba, pálido y con una expresión de pánico que nunca le había visto. De inmediato le preguntó: ¿qué fue lo que pasó?

    Pedro le respondió que cuando se acostaron a dormir, vio algo posarse sobre David, que le levantaba las manos sobre su cabeza. Además sintió un frío intenso en el ambiente mientras esto sucedía.

    Sabían que no había una explicación lógica para lo que ocurrió, pero… Ese día hablaron con los dueños de la granja para que les dieran hospedaje en la casa principal, y no pasar una noche más en la pequeña cabaña.

    No les contaron nada, pues sabían que nadie les iba a creer.

    Ellos terminaron el trabajo y nunca más volvieron al lugar. Claro, nadie lo querría hacer.